Pesa 280 kilos y dio a luz a un niño
Una mujer de 280 kilogramos de peso dio a luz en un hospital de Moscú en la 34 semana de gestación a un niño de 2,45 kilos, que en su segunda semana de vida engordó ya 5 kilogramos
El bebé, que nació por cesárea el pasado día 15, será trasladado en breve a la unidad de neonatología de una clínica de Moscú.
El recién nacido, que pasó sus primeros días en una incubadora, tuvo que ser alimentado mediante una sonda especial, pero ahora ya toma del biberón.
Tan pronto como los médicos supieron que Nona, de 35 años, esperaba un bebé, le aconsejaron interrumpir el embarazo por el peligro que suponía para la vida de la madre, que entonces pesaba 240 kilos.
Los doctores calificaron de milagro el embarazo de Nona, quien se opuso desde un primer momento a abortar de forma voluntaria e incluso firmó un documento en el que eximía de toda responsabilidad a los médicos por los posibles problemas durante la gestación y el alumbramiento.
En la semana 34 de gestación, un equipo de doctores dirigido por el ginecólogo Mark Kurtser, decidieron realizar una cesárea a la madre, después de constatar un empeoramiento en su estado de salud.
La primera dificultad fue la anestesia, ya que los médicos temían que la más mínima imprecisión en la dosis pudiera tener consecuencias irreparables para la madre, cuya actividad cardiovascular estaba al límite.
Además, para llegar al feto, los cirujanos tuvieron que traspasar con el bisturí tres capas de grasa.
En tanto, los médicos todavía no han logrado estabilizar la presión arterial de la madre que, a pesar de todo, ya se levanta de la cama y se pasea, aunque con dificultad, por los pasillos de la clínica.
Nona, que ha decidido llamar Richard a su pequeño, está contenta, pero como madre soltera es consciente de las grandes dificultades que le esperan para educar a su bebé.
El bebé, que nació por cesárea el pasado día 15, será trasladado en breve a la unidad de neonatología de una clínica de Moscú.
El recién nacido, que pasó sus primeros días en una incubadora, tuvo que ser alimentado mediante una sonda especial, pero ahora ya toma del biberón.
Tan pronto como los médicos supieron que Nona, de 35 años, esperaba un bebé, le aconsejaron interrumpir el embarazo por el peligro que suponía para la vida de la madre, que entonces pesaba 240 kilos.
Los doctores calificaron de milagro el embarazo de Nona, quien se opuso desde un primer momento a abortar de forma voluntaria e incluso firmó un documento en el que eximía de toda responsabilidad a los médicos por los posibles problemas durante la gestación y el alumbramiento.
En la semana 34 de gestación, un equipo de doctores dirigido por el ginecólogo Mark Kurtser, decidieron realizar una cesárea a la madre, después de constatar un empeoramiento en su estado de salud.
La primera dificultad fue la anestesia, ya que los médicos temían que la más mínima imprecisión en la dosis pudiera tener consecuencias irreparables para la madre, cuya actividad cardiovascular estaba al límite.
Además, para llegar al feto, los cirujanos tuvieron que traspasar con el bisturí tres capas de grasa.
En tanto, los médicos todavía no han logrado estabilizar la presión arterial de la madre que, a pesar de todo, ya se levanta de la cama y se pasea, aunque con dificultad, por los pasillos de la clínica.
Nona, que ha decidido llamar Richard a su pequeño, está contenta, pero como madre soltera es consciente de las grandes dificultades que le esperan para educar a su bebé.
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