lunes, 29 de diciembre de 2008

Las brujas, invento de la Inquisicion

La superstición y las artes mágicas siempre han fascinado a las personas y siguen aún hoy en día haciéndolo. Actualmente se sigue consultando el horóscopo o se visitan videntes. Si esto pasa en la actualidad, imagínense lo que pasaba en la Edad Media con muchos menos adelantos, muchas más supersiticiones, una ciencia menos avanzada, menos cultura en la gente. Por aquella época se recurría a filtros de amor, recetas mágicas, encantamientos, maldiciones...

Durante la Antiguedad y buena parte de la Edad Media, muy poco tenía la Iglesia en contra de las brujas. Los creyentes debían ser instruidos en la práctica insensata de la magia negra, pero no eran perseguidos ni quemados en hogueras. Básicamente pensaban que la brujería no era algo realmente grave, ni peligroso para la fe cristiana, sino sipmlemente una ilusión que podía perjudicar al ser humano.

Sin embargo la situación cambiaría, mucho, y para mal...

La brujería se pondría en el punto de mira de la Inquisición, como no podía ser de otra manera. Al poco de su fundación, el papa Gregorio IX comenzó a recibir informes de inquisidores que manifestaron que las brujas se habían multiplicado. Por supuesto no nos debe extrañar esto. Los Inquisidores se llevaban una parte de los bienes confiscados a los herejes. Así pués, había brujas por todas partes. Así empezaría la caza de brujas.

Las primeras incursiones contra las brujas fueron en contra de un grupo que se llamaron luciferianos. A través de increibles torturas confesaron cualquier cosa que les pedían. Serían condenados por el Papa, conmovido por las "atrocidades" de estos herejes, y no por las atrocidades de su propia gente, cometidas en nombre de la Iglesia.

A partir de Inocencio IV (reinó de 1243 a 1254), la tortura se oficializó. Si bién ya se practicaba, aún fueron más sádicos en sus procedimientos y sin ningún problema en hacer cualquier cosa para conseguir cualquier tipo de declaración. Así las brujas volaban, hacían aquelarres, se comían niños. Bajo tortura se puede admitir cualquier hecho.

Así, con estas confesiones, el pánico creció entre la población. Cualquiera parecía ser bruja. Todo que salía mal era culpa de las brujas. Malas cosechas, epidemias, catástrofes...Se las buscaba y preparando una hoguera y quemándolas todo esto ya no sucedía para muchas personas. Solución criminal que acabó con vidas inocentes. Nunca sabremos cuanta gente, sin culpa alguna, murió de esta forma tan estúpida y sobre todo, en nombre de la Santísima Iglesia.

Pero la verdadera caza de brujas empezaría con Inocencio VGIII en 1484. El principio del exterminio institucionalizado. "Sumnis desiderantes affectibus" fue el nombre de la bula promulgada por el sumo pontífice en esa fecha y que era la más clara autentificación de la brujería. Todo aquel que la ignorase era un hereje.

Ya era plenamente oficial la existencia de brujas. Y, por supuesto, tenían que ser exterminadas. Comenzaba realmente la caza de brujas.

Los primeros inquisidores relevantes fueron dos monjes dominicos, Jakob Sprenger y Heinrich Kramer, autores del Malleus Maleficarum (El martillo de las brujos). La Orden dominica fue la columna vertebral de la Inquisición. Con su Malleus como justificación la Inquisición dejó un reguero de sufrimiento y destrucción. Al estar las brujas poseidas por el demonio, carecían de todo derecho. No se las trataba como a seres humanos, sino como enemigas de Cristo y de la humanidad. Si todo lo contado no es para avergonzarse de lo que llegó a pasar, el remate final era que la familia de la víctima tenía que pagar todo el coste de la tortura y ejecución.

En realidad no se persiguió a las brujas, sino que se las creó. Bajo la tortura cualquiera admitiría ser bruja o lo que sea.

¿Existieron las brujas?

Lo que la Iglesia persiguió durante tantos años fueron restos de antiguas religiones paganas y animistas aún no extinguidas en Europa. Rituales de la fertilidad eran considerados aquelarres. Pero no eran pactos con Satanás en ningún caso. Eran ritos dedicados a dioses y diosas paganas no vinculados para nada con el mal.

También se piensa que el concepto de brujas se utilizó para instaurar un régimen de represión sexual. Mantener sexo libremente, sin avergonzarse de ello, disfrutar del sexo hablando claramente era objeto de acusación de mantener relaciones con el diablo.

En conclusión, la bruja como arquetipo que ha llegado a nuestros días, nunca existió. Existieron curanderas que aún conocían viejos ritos paganos pero que en ningún caso eran adoradoras del diablo.

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